Cuestión de Genes
El hipotiroidismo durante el embarazo debe ser tratado adecuadamente, pues de lo contrario, puede causar complicaciones tanto para la madre como para el futuro bebé. ¿Quieres saber más? En este artículo te explicamos en qué consiste esta disfunción tiroidea, los tipos y el tratamiento habitual, así como la importancia de su diagnóstico temprano.
Para entender qué es el hipotiroidismo, primero debes conocer la glándula tiroidea, también conocida como tiroides. Esta glándula, cuya forma recuerda a la de una mariposa, se ubica en la parte delantera del cuello y participa en el control de varios procesos metabólicos como:
La tiroides lleva a cabo sus funciones mediante la síntesis de dos hormonas: triyodotironina (T3) y tiroxina (T4). Pero ¿qué ocurre si la síntesis de alguna de estas dos hormonas no se produce de forma adecuada? En ese caso nos encontramos ante una disfunción tiroidea que puede ser:
Los síntomas del hipotiroidismo a menudo pasan desapercibidos ya que suelen presentarse de forma leve, siendo sutiles y graduales. Además, no existe un síntoma característico que presenten todas las personas afectadas. Algunos de los síntomas más comunes del hipotiroidismo son:
Como has visto, algunos de los síntomas más comunes como el aumento de peso, el estreñimiento o incluso el cansancio, también son comunes durante la gestación y por tanto pueden pasar desapercibidos. Sin embargo, es muy importante detectar los casos de hipotiroidismo para poder iniciar el tratamiento adecuado lo antes posible y así evitar complicaciones tanto en la madre como en el feto.
Existen dos clases de hipotiroidismo que se diferencian por su causa:
Hay que señalar que las causas del hipotiroidismo no están vinculadas al embarazo, es decir, su aparición puede producirse independientemente de que se esté o no gestando. Sin embargo, el riesgo de desarrollar hipotiroidismo sí que aumenta con la edad. Debido a que actualmente la maternidad se retrasa cada vez más, es más frecuente encontrar embarazadas que padecen hipotiroidismo. En nuestro artículo Embarazo a los 40 años, ¿qué debes saber? te hablamos de otras complicaciones que pueden producirse en embarazos a edades más tardías.
El hipotiroidismo suele detectarse mediante un análisis de sangre en el que se evalúan los niveles de hormona tiroidea (tiroxina o T4) y de hormona estimulante tiroidea (TSH). En caso de existir hipotiroidismo, los niveles de T4 suelen ser más bajos de lo normal, y los de TSH suelen encontrarse elevados.
En cuanto a su cribado durante el embarazo, generalmente se suele incluir en la analítica de la semana 9 de gestación, o en la primera consulta, el cribado de la función tiroidea, especialmente en aquellos casos en los que existe una sospecha clínica o en mujeres con factores de riesgo de presentar hipotiroidismo. Entre los principales factores de riesgo, destacamos:
Las hormonas tiroideas T3 y T4 cumplen funciones esenciales durante toda la gestación. Principalmente intervienen en el desarrollo y maduración del cerebro, el sistema nervioso central, los huesos, los pulmones y el corazón del feto. Entorno a la semana 11-12 la glándula tiroidea fetal comienza a sintetizar sus propias hormonas a niveles bajos, hacia la semana 20 aumentan las concentraciones de hormonas tiroideas, y no es hasta la semana 35-36 cuando se alcanzan los valores correspondientes al adulto.
Por este motivo, el feto necesita un aporte de hormonas tiroideas por parte de su madre hasta cerca del final del embarazo. Debido a ello, durante el embarazo la gestante aumenta la producción de estas hormonas.
En caso de hipotiroidismo materno no controlado, especialmente durante los primeros meses de la gestación, aumenta el riesgo de que el feto presente daño neurológico, retraso madurativo o bajo peso al nacer, entre otros. En los peores casos la consecuencia puede ser un aborto espontáneo o la muerte fetal.
Además, el hipotiroidismo no tratado también puede causar complicaciones en la madre como anemia, cansancio extremo, diabetes y preeclampsia (una patología que cursa con tensión arterial elevada y presencia de proteínas en la orina).
El yodo es esencial para la formación de las hormonas tiroideas, por lo que si existe un déficit de este mineral se limita la síntesis de hormonas tiroideas. En la mayoría de los casos se consigue una cantidad adecuada de yodo con una dieta equilibrada, y se recomienda tomar sal yodada para asegurar dicha cantidad. En casos específicos en los que no se logre un consumo adecuado de yodo mediante la dieta, puede recomendarse un suplemento de yodo, aunque esto siempre debe ir prescrito por el especialista.
Cabe resaltar que, si es factible, conviene detectar el hipotiroidismo antes del embarazo, para comenzar el tratamiento lo antes posible logrando unos valores adecuados de hormonas tiroideas previos a la gestación. Se ha demostrado que aquellas mujeres con un tratamiento adecuado antes del embarazo presentan menos complicaciones que aquellas mujeres que comienzan su tratamiento durante la gestación.
El tratamiento de hipotiroidismo se realiza generalmente mediante la suplementación con hormona tiroidea,y en las mujeres embarazadas se utiliza una cantidad mayor, ya tuviesen tratamiento o no antes de la gestación, ya que como hemos explicado durante este periodo hay una mayor demanda de estas hormonas. Este tipo de tratamiento es seguro tanto para la madre como para el feto.
Esta suplementación con hormonas tiroideas artificiales se conoce como terapia de reemplazo, y uno de los medicamentos más usados para suplementar la hormona T4 es la levotiroxina. Además, el tratamiento generalmente irá asociado a suplementos de yodo que garanticen el correcto aporte de este micronutriente.
Los niveles de hormonas tiroideas pueden fluctuar durante el embarazo por lo que es importante controlar sus niveles de forma rutinaria durante la gestación. Debido a estas fluctuaciones, es normal que se realicen varios ajustes de la medicación a lo largo del embarazo.
Como has visto en este artículo, el hipotiroidismo no tratado durante el embarazo puede afectar tanto al feto como a la madre. Por eso, es importante realizar todas las revisiones médicas programadas, llevando un control del embarazo que ayude a evitar posibles complicaciones.
Como vemos, el cuidado de la salud del bebé comienza antes de su nacimiento. ¿Sabías que a partir de la semana 10 de gestación puedes realizarte una prueba o test prenatal no invasivo que permite conocer el riesgo del feto a presentar alteraciones cromosómicas? Además, también te permite conocer el sexo del futuro bebé sin tener que esperar hasta la ecografía de la semana 20. Todo ello, con un simple análisis de sangre materna.
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Maria Moreno - Medical Science Liaison Manager
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