Cuestión de Genes
La fecundación in vitro es una técnica de reproducción asistida compleja, que permite a muchas parejas con problemas reproductivos conseguir un embarazo, pero existen otras aplicaciones importantes. En este artículo te explicamos en qué consiste esta técnica y en qué casos está recomendada ¡Comenzamos!
La fecundación in vitro es una técnica reproductiva compleja orientada principalmente a lograr un embarazo en parejas infértiles o a prevenir problemas genéticos en los hijos de parejas portadoras de enfermedades genéticas graves.
En líneas generales, el procedimiento consiste en la extracción de óvulos maduros de los ovarios y su posterior fecundación con espermatozoides en un laboratorio especializado. Tras la fecundación, el embrión o embriones son implantados en el útero. Este procedimiento se puede llevar a cabo con los óvulos y espermatozoides de la pareja o pueden utilizarse gametos procedentes de un donante.
La infertilidad se puede definir como la dificultad de una pareja para lograr o mantener un embarazo tras un periodo de un año de actividad sexual sin protección. La infertilidad puede producirse por diversos factores y es cada vez más frecuente en la sociedad actual. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) afecta a 48 millones de parejas y 186 millones de personas en todo el mundo. Muchas parejas que no pueden tener hijos de forma natural recurren a técnicas de reproducción asistida como la fecundación in vitro (FIV).
En la fecundación in vitro es posible utilizar tanto gametos (óvulos y espermatozoides) de la propia pareja como de donantes. Esto último es habitual cuando los gametos de la pareja presentan alguna anomalía o si algún miembro de la pareja es portador de alguna enfermedad genética.
Cuando un miembro de la pareja tiene antecedentes personales o familiares de enfermedad genética es recomendable realizar un estudio genético para asegurar que el embrión no presentará la patología.
Es posible diferenciar dos tipos de estudios genéticos, el cribado genético preimplantacional o CGP y el diagnóstico genético preimplantacional o DGP. En CGP está orientado a realizar un cribado de las alteraciones en el número de cromosomas en el embrión, mientras que el DGP está orientado a detectar alteraciones concretas que estén presentes en los padres. Tanto en el CGP como en el DGP se realiza el estudio genético antes de transferir el embrión al útero, de esta manera es posible prevenir la transmisión de enfermedades genéticas hereditarias de padres a hijos.
En algunos casos la pareja conoce las enfermedades genéticas de las que son portadores, ser portador es algo normal, el problema ocurre cuando ambos son portadores de la misma enfermedad recesiva, lo que ocurre en alrededor del 3% de las parejas. En estos casos ellos no presentan síntomas, pero tienen un riesgo del 25% de tener un hijo con esa enfermedad. Un ejemplo es la fibrosis quística, una patología de la que somos portadoras asintomáticas 1 de cada 25 personas. Cuando la enfermedad es considerada grave, es posible recurrir al DGP para cerciorarnos de que el embrión no va a presentar la patología.
Actualmente, la ley española 14/2006 sobre Técnicas de Reproducción Asistida, que regula la técnica de fecundación in vitro, prohíbe la transferencia de más de 3 embriones, ya que si todos los embriones transferidos se implantasen se produciría un embarazo múltiple, considerado un embarazo de riesgo.
Hace unos años era una práctica común la transferencia de más de un embrión, pero actualmente cada vez es más común transferir un solo embrión en cada ciclo para evitar los riesgos que pueden suponer los embarazos múltiples. En este punto siempre es importante seguir las recomendaciones de cada especialista, ya que realiza la recomendación teniendo en cuenta todos los hallazgos y pruebas clínicas de la pareja. Para tomar la decisión de cuántos embriones se transfieren en cada caso, el especialista tomará varios datos en cuenta, tales como la causa de la esterilidad, el número de ciclos, o la edad de la madre, ya que conseguir un embarazo a partir de los 40 años es más complicado puesto que la calidad de los óvulos disminuye.
La reproducción asistida puede realizarse por diferentes procedimientos: inseminación artificial o fecundación in vitro. El especialista será quien recomiende a la pareja cuál es el procedimiento más apropiado en función de su caso, pero ante casos de infertilidad, generalmente suele realizarse primero la inseminación artificial al ser un procedimiento menos invasivo y más sencillo.
La inseminación artificial consiste en colocar la muestra de semen, previamente preparada en el laboratorio, en el útero de la mujer, lo que facilita la llegada de los espermatozoides al óvulo. La fecundación in vitro es más compleja y se realiza en varias fases, pero aporta ventajas importantes necesarias en casos específicos.
Algunos de los casos más habituales en los que está recomendada la fecundación in vitro son:
Tras la evaluación médica y la realización de un estudio de fertilidad, en muchas ocasiones es necesario realizar un proceso de fecundación in vitro. Como hemos mencionado anteriormente, este procedimiento es más complejo y se realiza en varias etapas:
Los embriones que no se transfieren pueden congelarse para ser utilizados más adelante por la propia pareja, de este modo en caso de ser necesario un segundo ciclo puede realizarse de manera más rápida y sencilla. También pueden destinarse a donación.
Como ves, la fecundación in vitro es una técnica avanzada que requiere la utilización de tecnología especializada y que proporciona una oportunidad de ser padres a muchas parejas que presentan infertilidad o problemas genéticos. Los resultados suelen ser muy efectivos y posibilitan la realización de procedimientos que de otra manera no serían factibles:
Como ves, la fecundación in vitro supone una oportunidad para muchas personas y parejas, aportando solución tanto a los problemas reproductivos como a la prevención de enfermedades.
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Bibiana Palao - Directora Departamento Científico
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