Cuestión de Genes
La intolerancia a la lactosa es algo muy frecuente en la población adulta, pero ¿es algo común en bebés?
La intolerancia a la lactosa es una condición extendida por todo el mundo. De acuerdo con un estudio en The Lancet, aproximadamente dos tercios de la población mundial la presenta. Como ves, es bastante común. De hecho, es muy probable que conozcas algún caso cercano y que sepas que quienes tienen esta intolerancia deben consumir productos especiales “sin lactosa”. Pero ¿por qué? ¿Qué diferencia a una persona intolerante a la lactosa de otra que no lo es?
Para entenderlo, es imprescindible conocer qué es la lactosa y cómo la utiliza nuestro organismo.
La lactosa es un azúcar de origen natural (carbohidrato) presente principalmente en la leche y sus derivados, pero también en otros alimentos procesados como algunos tipos de cereales o comida preparada.
La lactosa está formada a su vez por dos azúcares simples: glucosa y galactosa. Para que el organismo pueda utilizar estos dos azúcares, primero debe descomponer la lactosa.
¿Cómo hace esto? Pues bien, es posible gracias a la acción de una enzima llamada lactasa (ojo, no la confundas con la lactosa), que producen las células del intestino delgado.
Tras la acción de la lactasa, el organismo es capaz de absorber la glucosa y la galactosa y utilizarlas en distintos procesos. Por ejemplo, la galactosa tiene diversas funciones biológicas, estando implicada en procesos inmunitarios y neuronales, mientras que la glucosa se emplea principalmente como fuente de energía.
Cuando el organismo no tiene suficiente enzima lactasa en el intestino delgado, o bien la que se produce presenta alguna anomalía, no se podrá descomponer la lactosa y, por lo tanto, no se podrá absorber en el intestino. Si esto ocurre, nos encontramos ante un caso de intolerancia a la lactosa. La intolerancia a la lactosa, se caracteriza por la incapacidad de una persona para digerir o metabolizar este azúcar.
¿Y qué ocurre con la lactosa que no ha podido ser digerida? Pues bien, al no poder absorberse se queda en el colon, y allí, las bacterias la utilizan como fuente de energía, como consecuencia de este proceso se forman gases que pueden provocar los síntomas que veremos más adelante.
A continuación, vemos los distintos tipos de intolerancia a la lactosa y cuáles son los más comunes en bebés.
La intolerancia a la lactosa primaria es el tipo más frecuente y afecta a un gran porcentaje de personas en la edad adulta. La disminución de la actividad de la lactasa comienza a partir de los 3-5 años de edad. Normalmente, las personas con este tipo de intolerancia producen cantidades normales de lactasa al nacer. Sin embargo, a medida que pasan los años, la producción de lactasa va disminuyendo hasta desaparecer total o parcialmente. La intolerancia a la lactosa primaria tiene origen genético.
Este tipo de intolerancia a la lactosa no es de origen genético, sino que está causada por otras patologías, lesiones o cirugías que dañan el intestino y, como consecuencia, se disminuye la producción o la absorción de lactasa. Por ejemplo, la celiaquía o la enfermedad de Crohn pueden originar este tipo de intolerancia. La intolerancia a la lactosa secundaria puede aparecer en personas de todas las edades y suele remitir cuando mejora la patología que la ha causado.
Este tipo de intolerancia es muy poco frecuente y está presente desde el nacimiento. Los recién nacidos con este tipo de intolerancia presentan una alteración en el gen encargado de producir la enzima lactasa, que impide la formación de esta enzima o su correcto funcionamiento, por lo que no pueden digerir la leche materna ni la de fórmula. Ante la ingesta de leche, el recién nacido presenta una reacción adversa que ocurre durante los primeros días de vida.
Este tipo de intolerancia tiene origen genético y presenta un patrón de herencia autosómico recesivo. Esto significa que tanto la madre como el padre tienen que transmitir al bebé una variante genética en el mismo gen para que se produzca la enfermedad. Aprende más sobre las enfermedades genéticas y cómo se transmiten de padres a hijos en nuestro artículo Enfermedades y tipos de herencia genética.
Este es otro tipo de intolerancia a la lactosa que se da en bebés prematuros, debido a la falta de madurez de su sistema digestivo. En el intestino la enzima lactasa aumenta su actividad en la semana 34 de gestación, y manifiesta su pico máximo en el momento del nacimiento. Por eso, algunos bebés prematuros que no hayan tenido tiempo de alcanzar los niveles adecuados de lactasa pueden presentar esta intolerancia. Este tipo de intolerancia suele remitir con el paso del tiempo.
Como ves, existen diferentes tipos de intolerancia a la lactosa, algunos afectan a las personas adultas y otros a los recién nacidos, pero ¿cuáles serían los síntomas?
Cuando el organismo no produce suficiente lactasa o esta no es capaz de ejercer su función correctamente, la lactosa pasa al colon donde se fermenta, generando gases y otros síntomas que suelen aparecer entre media y dos horas después de la ingesta. Los más frecuentes son:
En el caso de la intolerancia a la lactosa congénita, los bebés presentan una diarrea aguda en los primeros días de vida. Ésta puede ocasionar pérdida de peso y deshidratación severa, por eso es muy importante acudir al pediatra cuanto antes.
Las recomendaciones dietéticas variarán en función del tipo de intolerancia que se le diagnostique al bebé. El pediatra o especialista valorará cada caso particular, por lo que es importante seguir sus indicaciones.
El caso más delicado es el de la intolerancia congénita, que como ya hemos mencionado es extremadamente raro. El especialista realizará las recomendaciones, haciendo especial hincapié en la sustitución de la leche materna o de fórmula por una leche de fórmula específica sin lactosa.
Cuando los bebés ya comienzan a tomar otro tipo de alimentos, al igual que en la población adulta que presenta intolerancia a la lactosa, se deberán tomar ciertas precauciones en cuanto a los alimentos que se incorporan a su dieta, y siempre se deben seguir las recomendaciones del especialista. Los padres deben leer con cuidado las etiquetas ya que la lactosa forma parte de muchos alimentos procesados y se encuentra donde menos lo esperamos.
La alergia a componentes de la leche, principalmente a la proteína de leche de vaca es una patología diferente a la intolerancia a la lactosa, y como tal, presenta manejo y consecuencias clínicas diferentes. Por ello, es muy importante no confundir estas dos patologías. En nuestro artículo «descubre las alergias alimentarias más frecuentes en bebés» puedes encontrar más información sobre las alergias alimentarias.
Como ves, la intolerancia a la lactosa en bebés es muy poco frecuente, pero en caso de presentar intolerancia congénita, es fundamental un diagnóstico precoz ya que cuanto antes comience el manejo dietético de tu bebé, mejor será su salud.
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Maria Moreno - Medical Science Liaison Manager
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