Cuestión de Genes
Hoy en día, las enfermedades relacionadas con la alimentación, como el sobrepeso, la obesidad y la diabetes, están aumentando considerablemente. Si queremos prevenirlas es fundamental que llevemos una dieta equilibrada, pero ¿sabías que en su desarrollo también influyen otros factores como la predisposición genética y el ejercicio físico?
Como ya hemos explicado en este blog, una dieta equilibrada (enlazar con post con kw “dieta equilibrada”, aún no publicado) tiene efectos muy beneficiosos en la salud, pues es esencial para prevenir patologías.
A pesar de que hoy en día tenemos mucha información relativa al impacto que tiene en nuestro bienestar lo que comemos, cada vez crecen más las enfermedades relacionadas con la alimentación.
En nuestra forma de alimentarnos, o conducta alimentaria, intervienen componentes
psicológicos, sociales y la propia regulación del cuerpo.
Una dieta equilibrada comienza en el momento de elegir los alimentos. Si por ejemplo, consumimos en exceso sal, azúcar y ciertas grasas (trans y saturadas), ingerimos poca cantidad de fruta, verdura y fibra y, además, llevamos una vida sedentaria, estamos contribuyendo a aumentar nuestro riesgo de padecer enfermedades crónicas relacionadas con factores dietéticos.
Llevar una dieta equilibrada es beneficioso no solo a corto plazo, sino también a largo, puesto que puede contribuir a prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y diabetes entre otras.
¿Quieres saber cuáles son algunas de las enfermedades más comunes en las que la dieta tiene un papel fundamental? Te las describimos a continuación.
La obesidad y el sobrepeso son dos de las enfermedades relacionadas con la alimentación más preocupantes debido a su alta incidencia. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), han alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial y, cada año, causan el fallecimiento de al menos, 2,8 millones de personas en el mundo.
Cuando se ingieren alimentos que aportan más energía de la que se quema mediante el metabolismo basal y el ejercicio, esta se acumula en exceso dando lugar a un aumento de peso que puede derivar en obesidad.
Además del desequilibrio entre el consumo de calorías y el gasto de energía, hay otros factores que influyen en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad como el metabolismo basal, la presencia de trastornos endocrinos y factores genéticos.
El índice de masa corporal (IMC) se obtiene dividiendo el peso en kilogramos entre el cuadrado de la estatura en metros, de acuerdo con la siguiente fórmula: IMC = peso [kg]/ estatura [m2].
Para la OMS existe sobrepeso cuando el IMC obtenido es igual o superior a 25, y obesidad si es igual o superior a 30.
Debemos ser conscientes de que antes de llegar a un valor asociado con obesidad, podemos tomar preventivas cuando la persona tiene sobrepeso, para evitar consecuencias mayores.
Por ello, es fundamental poner todos los esfuerzos en la prevención, ya que una vez se tiene obesidad el tratamiento es complicado y no siempre exitoso. Las personas que han sido obesas tienen dificultades para mantener un peso adecuado a largo plazo.
Tanto la prevención como el tratamiento del sobrepeso y la obesidad se fundamentan en dos pilares: la actividad física moderada y una nutrición apropiada. En estos casos es necesario trabajar con profesionales que pauten hábitos de alimentación y ejercicio, adecuándolos a las condiciones físicas y de salud de cada individuo.
La diabetes es una patología que se da cuando los niveles de azúcar o glucosa en sangre están por encima de lo normal. Si esto ocurre es necesario un tratamiento para evitar que dicha condición genere lesiones en diversos órganos del cuerpo, como el riñón, los ojos, el corazón o el sistema nervioso central, o que pueda derivar en enfermedades cardiovasculares o derrames cerebrales.
La diabetes se clasifica en dos tipos principales:
Es frecuente observar varios miembros de una familia que padecen diabetes. Esto se debe principalmente al componente genético y en parte también al hecho de que comparten patrones de alimentación y hábitos de vida.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad con un fuerte componente genético, en la que el propio organismo destruye las células productoras de insulina del páncreas, motivo por el cual no puede prevenirse y requiere tratamiento de por vida.
Por otro lado, la diabetes tipo 2 es multifactorial y está fuertemente asociada a malos hábitos de vida como la obesidad y el sedentarismo, además de tener un componente genético. Con cambios en el estilo de vida puede observarse mejoría en las personas con este tipo de diabetes.
Algunos de los signos y síntomas que pueden aparecen son:
La diabetes tipo 1 se diagnostica de forma rápida ya que los síntomas aparecen de forma repentina. Por el contrario, la diabetes tipo 2 muchas veces comienza por una prediabetes que pasa inadvertida ya que los síntomas no son tan claros y aparecen gradualmente. El diagnóstico para ambos tipos de diabetes se realiza mediante un análisis de sangre que ponga de manifiesto los niveles elevados de glucosa.
El tratamiento de la diabetes tipo 1 y de las formas más graves de la tipo 2, generalmente implica inyecciones periódicas de insulina u otros medicamentos. No debemos olvidar la importancia de la supervisión médica ya que el tratamiento puede variar en función del estado de salud general.
Independientemente del tipo de diabetes, las personas que padecen esta enfermedad deberán prestar especial atención a los hábitos de vida, siguiendo una alimentación sana y sin dejar de lado la actividad física.
Distinguimos dos tipos de tensión arterial (TA):
La presión arterial no es constante, puesto que varía en función de muchos factores: actividad o reposo, comidas, nerviosismo, temperatura, etc.
Existe un rango numérico considerado como seguro, que se sitúa en 120 / 80 mm Hg, aunque puede oscilar en función de la edad y el sexo. Valores por encima de este rango se considera hipertensión y se asocia con un riesgo de enfermedad coronaria y de accidentes cerebrovasculares.
Entre los factores que influyen en el desarrollo de la hipertensión encontramos los psicológicos, la obesidad y ciertos factores genéticos. Además, un elevado consumo de sodio (sal) también se ha asociado con la hipertensión.
Para tratar la hipertensión hay que reducir el consumo de sal. Si también se padece obesidad será necesario bajar de peso y evitar la ingesta de alcohol. Si la dieta no mejora la condición, puede ser necesario un tratamiento farmacológico específico.
Como indica la OMS, el cáncer se encuentra entre las primeras causas de muerte hoy en día y en muchos casos su incidencia va en aumento. Por este motivo es una de las enfermedades que más preocupa a la sociedad.
Cada vez más evidente el vínculo de la dieta con la aparición de ciertos tipos de cáncer. Los países industrializados han sufrido un cambio en los patrones de alimentación, priorizando una dieta rica en grasas y pobre en fibra, fruta y verdura. En el caso del cáncer colorrectal, su riesgo aumenta con dietas basadas en ácidos grasos saturados y ricas en carnes rojas, embutidos y alcohol. Además, la grasa abdominal incrementa el riesgo de sufrir este tipo de cáncer.
Por otro lado, un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto de Salud Carlos III y el grupo GEICAM han relacionado el desarrollo del cáncer de mama con dietas hipercalóricas y la restricción de calorías como factor protector. También se ha observado que las madres que amamantan a sus hijos durante más de 12 meses, presentan una reducción del riesgo en comparación con las que no lo hacen.
En cuanto al cáncer de hígado, el consumo excesivo de alcohol puede causar cirrosis, que está asociada a su vez con un mayor riesgo de padecer cáncer de hígado.
Como hemos explicado en los apartados anteriores la dieta es básica para la prevención de enfermedades y el fomentar la salud. Sin embargo, no es suficiente. También es necesario mantener un nivel adecuado de actividad física. Gracias a ella gastamos energía que, de otro modo, se acumularía en nuestro cuerpo en forma de grasa, pudiendo dar lugar al sobrepeso y todas las enfermedades asociadas a él.
Como te hemos explicado en otros artículos de este blog, nuestra genética nos predispone a ciertas enfermedades (como algunos tipos de cáncer), a determinados niveles de colesterol, a la obesidad, a algunas lesiones deportivas e, incluso, a la preferencia por los alimentos dulces, o a picotear entre horas.
La nutrición y la genética son dos ciencias que en el siglo XXI comienzan a trabajar de forma conjunta y, de este hecho, surgen disciplinas como la nutrigenética y la nutrigenómica, ambas bajo el paraguas de la genómica nutricional, cuyo objetivo, explicado de forma sencilla, es comprender cómo influyen los genes de cada individuo en las distintas reacciones que pueden tener a los alimentos.
El desarrollo de la genómica nutricional ha sido posible gracias a la integración de los conocimientos del campo de la nutrición y de los derivados de la secuenciación del genoma humano. Proponer dietas personalizadas se contempla como un factor clave para prevenir y tratar las enfermedades, ya que en función de sus genes, las personas pueden procesar los alimentos de manera distinta. Por ejemplo, en el desarrollo de la obesidad intervienen dos tipos de factores: genéticos y ambientales. Entre los primeros se encuentran las alteraciones en genes relacionados con esta enfermedad, como los implicados en la lipólisis (movilización de lípidos permitiendo utilizarlos como energía en los tejidos donde se necesiten), mientras que en los segundos están la dieta, el ejercicio físico, o hábitos como el tabaquismo.
En conclusión, para prevenir enfermedades crónicas de manera eficaz es fundamental el ejercicio y, principalmente, una dieta que se adecue a cada persona teniendo en cuenta su genética.
Para ello, gracias a test genéticos como myGenome de Veritas, entre otras cosas, podrás conocer tu predisposición genética a la obesidad, a hipertensión, tu tendencia a comer entre horas o tu predilección por los alimentos dulces. Tener esta información en tu poder permite adecuar tu estilo de vida de forma personalizada para lograr resultados más favorables.
Bibiana Palao - Directora Departamento Científico
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